Aunque no hayas oído hablar de este concepto, la huella hídrica es otro de los grandes desafíos a los que se enfrenta el ser humano. Debido a la creciente demanda de electricidad, es necesario reestructurar las políticas y los planes estratégicos, tanto de energía como de agua.
¿Te has parado a pensar en la cantidad de agua que requiere la producción de energía? ¿Eres consciente de que para extraer agua también es necesaria la energía? En este post te mostramos la relación existente entre energía y agua: dos recursos escasos que necesitan una gestión eficiente.
¿Qué es la huella hídrica?
La huella hídrica se refiere al coste del agua que supone crear los bienes y servicios. Al igual que la huella de carbono sirve para cuantificar el impacto medioambiental de las emisiones de gases de efecto invernadero, también podemos hablar de la huella hídrica como un indicador del volumen de agua necesaria para mantener la actividad productiva.
De este modo, también podemos establecer que, para un buen desarrollo de la actividad humana, es preciso trabajar sobre la huella hídrica. De hecho, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (específicamente el número 6), se encuentra la necesidad de la gestión eficiente del agua.
La falta de agua (o falta de calidad de la misma) tiene consecuencias para el desarrollo de la industria alimentaria y pone en peligro la subsistencia. Es responsabilidad de los diferentes gobiernos llevar a cabo una gestión sostenible de los recursos hídricos.
¿Y qué relación tiene esto con la energía? En realidad, el consumo de agua puede ser directo e indirecto. Existen diferentes tipos de huella hídrica.
Tipos de huella hídrica
Se entiende por huella hídrica directa al consumo de agua utilizada en los procesos de producción de bienes y servicios; además del agua que se encuentra en los productos.
Por otra parte, la huella hídrica indirecta se refiere a aquella necesaria para producir las materias primas y suministros. En este ámbito entraría la energía, puesto que es un suministro necesario para la actividad productiva.
En función de procedencia y su consumo, podemos encontrar diferentes tipos de huella hídrica:
- Huella hídrica verde: se refiere al volumen de agua evaporada por los recursos hídricos del planeta. Por ejemplo, la lluvia que queda en el suelo y las plantas.
- Huella hídrica azul: se trata del volumen de agua dulce que se consume desde los recursos hídricos del planeta. Por ejemplo, los ríos, los lagos o los acuíferos.
- Huella hídrica gris: se le llama de esta manera al volumen de agua contaminada como consecuencia de los vertidos, deshechos y sustancias tóxicas. Del mismo modo, también se vincula con la contaminación que se produce al generar bienes y servicios. Este tipo de agua es de mala calidad y requiere tratamiento.
¿Cómo inciden las energías renovables en la huella hídrica?
La relación existente entre la energía y el consumo de agua se basa en la extracción y consumo. El proceso de generación de energía requiere un suministro de agua, del mismo modo que para extraer agua se requiere energía. Estos dos recursos tienen una estrecha vinculación y una fuerte interdependencia.
El problema reside en que existen puntos de tensión entre ambos: si la demanda de energía crece será necesario un mayor consumo. Además, el cambio climático también provoca una mayor escasez de agua en el planeta.
Así pues, el informe Water Energy Nexus de World Energy Outlook indica que la energía “tendrá más sed” en las próximas décadas. Se espera que el aumento del consumo de agua destinado a generar energía se sitúe en torno a un 60% entre 2014 y 2040.
Del mismo modo, también hace mención a que durante los próximos 25 años se duplicará la cantidad de energía necesaria para el tratamiento de agua. Principalmente en los proyectos de desalinización.
Por este motivo, se torna necesario realizar un uso eficaz de estos recursos. El objetivo es reducir los puntos críticos y los cuellos de botella. Actualmente existen políticas, tecnologías y estrategias orientadas a una relación sostenible entre el agua y la energía.
No todas las energías limpias tienen la misma incidencia en la huella hídrica. Se hace especial mención al agua que se evapora en las centrales hidroeléctricas, así como el volumen necesario para refrigerar las centrales térmicas, la producción de biocombustibles y el almacenamiento de carbono (CCS).
Por ello, entre las medidas necesarias para reducir el estrés hídrico, se encuentran la utilización de fuentes de energía renovables que tienen un consumo de agua despreciable, como la energía solar fotovoltaica y la energía eólica.
Conclusiones
En realidad, la incidencia de las energías renovables en la huella hídrica es variable: depende del tipo de energía y el proceso de generación que requiere.
Por ejemplo, las centrales hidroeléctricas son respetuosas con el medio ambiente, puesto que no emiten CO2. Se trata de un tipo de energía limpia en este sentido, además de inagotable (por ello, también es considerada como sostenible). Sin embargo, precisan consumir un cierto volumen de agua.
Por otra parte, existen energías renovables que apenas tienen impacto en la huella hídrica, como la energía solar y la energía eólica.
No se valoran aquellas energías que no sean renovables, puesto que las diferentes políticas se orientan hacia la transición energética, basada en la utilización de fuentes renovables (en pro de que pueda mantenerse la sostenibilidad).
Así pues, existen fuentes de energías renovables con capacidad de ser responsables para apuntalar el crecimiento de la demanda energética, puesto que son respetuosas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU en todos los sentidos.